Revista de Filosofía y Teoría Política, no. 47, 2016, e007. ISSN 2314-2553
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Filosofía

RESEÑAS/ REVIEWS

 

Anabella Di Pego, La modernidad en cuestión. Totalitarismo y sociedad de masas en Hannah Arendt. La Plata: Editorial de la Universidad Nacional de La Plata, 2015, 351 pp.

Mercedes Miralpeix

Universidad Nacional de Salta - CIN
Argentina

Cita sugerida: Miralpeix, Mercedes. (2015). [Revisión del libro La modernidad en cuestión. Totalitarismo y sociedad de masas de H. Arendt]. Revista de Filosofía y Teoría Política, (47), e007. Recuperado de: http://www.rfytp.fahce.unlp.edu.ar/article/view/RFyTPe007

Los totalitarismos han abierto un abismo: lo ocurrido en los campos de concentración ya no puede explicarse bajos las categorías de juicio tradicionales sino que se nos exige un esfuerzo del pensamiento para dar cuenta de un fenómeno totalmente nuevo, de manera que nadie que se llame a sí mismo contemporáneo puede hacer caso omiso a lo ocurrido en el siglo XX. El pensamiento político contemporáneo se erige a sí mismo, entonces, como un intento de revisión de aquello que ocurrió y que, de una manera u otra, marcó un antes y un después en la forma de concebir la tarea del pensar y del vivir con otros. En este intento por comprender el fenómeno totalitario y sus derroteros políticos en la modernidad, el legado de Hannah Arendt constituye una herramienta indiscutible de análisis y comprensión, que ha dado lugar a su vez a diversas críticas e interpretaciones. El libro de Anabella Di Pego se presenta como un diálogo con ellas, al mismo tiempo que tiene como objetivo principal la articulación de las diversas etapas del pensamiento arendtiano. Para ello toma como hilo conductor dos obras centrales de la pensadora alemana: Los orígenes del totalitarismo (1951) y La condición humana (1958). Es preciso destacar que el análisis de Di Pego, si bien parte de dichas obras, reconstruye el pensamiento de Hannah Arendt a través de los escritos que han tenido lugar entre una publicación y otra, lo que permite trazar continuidades entre el estudio del fenómeno totalitario y la condición moderna del hombre, aspecto que pasa inadvertido en otras interpretaciones como las de Giorgio Agamben, o la de Elizabeth Young-Bruehl, por citar sólo algunas.

En la primera parte del libro, Di Pego se centra en el estudio de Los orígenes del totalitarismo reconstruyendo, al modo de Arendt, “un análisis en términos de historia” del fenómeno totalitario. El énfasis está en mostrar, a lo largo de tres capítulos, la inscripción del fenómeno totalitario dentro de la modernidad como también su radical originalidad. De este modo, Di Pego ofrece una nueva interpretación en Arendt del fenómeno totalitario que despeja dos interpretaciones antagónicas: aquella que sostiene que existe en Arendt un vínculo entre totalitarismo y modernidad, por lo que el primero sería el resultado ineludible del segundo (Richard Wollin, Domenico Losurdo), y aquella que sostiene la discontinuidad absoluta entre totalitarismo y modernidad en Arendt (Dana Villa). De este modo, en el primer capítulo se aborda la cuestión del antisemitismo como ideología decimonónica y la distinción entre discriminación social y antisemitismo político; dicha distinción es clave porque ya irá perfilando una de las principales tesis de Di Pego: uno de los elementos que se encuentra en la modernidad y que está también presente en sus derroteros políticos, es decir en los totalitarismos y en las sociedades de masas, es el ascenso de lo social y la pérdida de lo político. En el segundo capítulo, se aborda el fenómeno imperialista en sus dos formas: el continental y el de ultramar, y sus consecuencias en la Europa moderna. Es importante destacar el lugar que Di Pego le otorga a la filosofía del poder de Thomas Hobbes en el análisis del imperialismo ya que, en disonancia con algunas interpretaciones que sostienen que en Los orígenes del totalitarismo Arendt se preocupa sólo del análisis histórico dejando a un lado aspectos filosóficos del fenómeno totalitario (Margaret Canovan), Di Pego procura mostrar cómo en la crítica a Hobbes y al Romanticismo, considerado como “la ideología alemana”, se esboza en Arendt una crítica a la filosofía moderna que luego, en La condición humana, se radicaliza hacia toda la tradición de pensamiento occidental. En el último capítulo, Di Pego explicará la originalidad del fenómeno totalitario y su arraigo en la modernidad. Para ello, recupera la noción arendtiana de “dominación total”, que le permite interpretar el totalitarismo como una cristalización de elementos, que ya se encontraban en la tradición moderna. Aun así, estos elementos constituyen una novedad, que radica en el hecho de que los campos de exterminio, como la principal institución totalitaria, eliminan en los reclusos toda posibilidad de espontaneidad para actuar, con lo que muestran que la muerte no se produce sólo a nivel físico sino que es posible fabricar “cadáveres vivientes”. Esta recuperación le permite a Di Pego, a diferencia de Giorgio Agamben, afirmar que en Los orígenes del totalitarismo ya hay en Hannah Arendt un análisis biopolítico que se sustenta en el análisis del ascenso de lo social culminando con los campos de exterminio.

En la segunda parte del libro, Di Pego se centra en el estudio de La condición humana. En el cuarto capítulo el análisis aborda las distinciones de la vita activa poniendo especial énfasis en el ascenso del animal laborans en la época moderna, en detrimento de la acción, lo que le permite a Arendt, según Di Pego, radicalizar la crítica que ya había realizado en Los orígenes del totalitarismo a la tradición moderna y desplazarla hasta el inicio de la tradición occidental con Platón. En el quinto capítulo Di Pego procura la relectura de La condición humana bajo la luz de dos ensayos de Hannah Arendt (“Desobediencia civil” y “Little Rock”), demarcando dos acepciones de lo social que Di Pego llamará “social conformista” y “social asociativo”. Al rastrear una nueva noción de social (social asociativo) en Arendt, en relación con las revoluciones y con la desobediencia civil, Di Pego rescata el espacio público de la restricción que en la modernidad había sufrido, recreándose, de este modo, la acción política. El rastreo de esta noción constituye un aporte destacado dentro de las interpretaciones que se realizaron de las obras de Hannah Arendt, ya que permite establecer un giro en la concepción de lo social diferente del propuesto en La condición humana, como también una nueva acepción del espacio político vinculado con las revoluciones modernas, aspecto que ni en La condición humana ni en Los orígenes del totalitarismo aparece. Di Pego recupera la tesis inicial del ascenso de lo social (“social conformista”) como uno de los elementos que cristalizó en el fenómeno totalitario y que sigue aún presente en las sociedades de masas, pero destacando su aspecto potencial para fundar nuevos espacios de libertad y de acción política (“social asociativo”). Este aspecto de lo social permite repensar otra forma de poder en Arendt, que Di Pego llamará “poder de reunión” y que surge cuando los individuos se agrupan para llevar a cabo diversos reclamos. Lo que Di Pego rescata de la lectura arendtiana bajo la luz de este concepto es una redefinición de lo político en la que la violencia y el conflicto adquieren importancia política. Tal redefinición no se encuentra en otras interpretaciones, como la de Jürgen Habermas, por ejemplo, quien piensa la política en Arendt como un espacio donde los individuos se reúnen para que, mediante el uso del discurso, se establezcan ciertos consensos, excluyendo la violencia de todo espacio político.

De esta manera, el libro de Di Pego aporta una relectura de las obras capitales de Hannah Arendt bajo la luz de otros textos misceláneos, lo que le permite repensar la actualidad del pensamiento y las problemáticas arendtianas en el mundo contemporáneo.

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