Revista de Filosofía y Teoría Política, 2002, nº 34, p. 257-264. ISSN 2314-2553
Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Filosofía.

Ponencia/Congress paper

El debate sobre el Fascismo en la Escuela de Frankfurt y la crítica de Marcuse al existencialismo político

Alberto Aníbal Pérez


La problemática del fascismo está en el centro de las preocupaciones de la Escuela de Frankfurt desde sus orígenes.1 La primera forma sistemática en que se plantea es una polémica en torno de la caracterización del fascismo.

Se trata de un debate que se construye alrededor del concepto de "capitalismo de Estado", concepto que Fredrich Pollock2 propone para designar al nuevo sistema fascista, sucesor histórico del capitalismo privado del laisser-faire y del capitalismo monopolista. Se trata de un capitalismo cualitativamente nuevo que combina una fuerte gestión gubernamental y planificación económica con fines políticos. La sociedad está dirigida por un grupo de burócratas, jefes militares, funcionarios de partido y grandes hombres de negocios, que ejercen una economía con control de precios y salarios, pleno empleo a través de la obra pública y un fuerte desarrollo del sector militar de la industria en detrimento del consumo. Esta "economía dirigida" reemplaza a la anterior economía de intercambio y, a la vez, produce una fuerte reducción de la economía privada. Pollock apela, además, a factores subjetivos, como la ambición de poder, para explicar el desarrollo del capitalismo de Estado en lugar de apelar a las relaciones de producción. Señala que el nacionalsocialismo es un "nuevo orden" por el tipo de transformación que produce en cuanto al rol del individuo en la sociedad y al proceso de desintegración de la familia que promueve. Horkheimer, por su parte, en El Estado autoritario,3 toma como punto de partida este concepto de capitalismo de Estado, y presenta al grupo gobernante nazi como una "pandilla de gángsters" que pone la racionalidad tecnológica al servicio de la dominación, en una etapa en la que juegan un papel muy importante la docilidad psíquica y la aplicación sistemática de la coerción y el terror. Los análisis de Pollock y Horkheimer desplazan a la economía, como clave explicativa, del centro de la interpretación, y abren paso a la preocupación por factores subjetivos, diferenciándose de la lectura clásica marxista.

En el otro polo de la polémica se encuentra Franz Neumann,4 para quien la sola idea del capitalismo de Estado es una "contradictio in adiecto".5 El autor presenta al régimen fascista como la continuación del capitalismo monopolista, que sigue manteniendo su carácter de economía privada pese a ser dirigida, El otro elemento característico es la construcción de un Estado autoritario, sintéticamente presentado como: "Capitalismo monopolista autoritario". La economía monopólica nace durante la República de Weimar y se continúa en el régimen nazi desarrollando sus intereses económicos. Neumannn analiza las clases sociales en el Tercer Reich explorando la jerarquización que introduce el nazismo para atomizar a las masas. La insistencia en el análisis económico y de clase, más próximo al marxismo ortodoxo, y el despojamiento de la perspectiva psicológica, lo alejan de las posiciones de Pollock y Horkheimer. Sin embargo, Neumann hace jugar las contradicciones políticas de la élite gobernante (burocracia, partido, ejército y grandes negocios) para captar las características del Estado nazi. Ya en sus anteriores colaboraciones en el ZfS había analizado la función del aparato jurídico en el régimen totalitario, complejizando su visión más allá del esquematismo economicista. Igualmente Neumann sigue sosteniendo una interpretación marxista clásica, en la que además presenta al "capitalismo monopolista autoritario" como continuación del sistema capitalista y no como "nuevo orden".

Tanto en el capítulo 5 del libro de Martin Jay:6 "El Instituto y su análisis del nazismo"; como en el libro de Wieggershaus,7 en una sección de su capítulo 4: "Discusiones sobre la teoría del Nacionalsocialismo"8 es puesto en el centro del planteo el enfrentamiento alrededor del "capitalismo de Estado". Estas reseñas del debate, correspondientes a los dos estudios más importantes y completos sobre la Escuela de Frankfurt, son el contexto necesario para analizar el aporte de Marcuse a través de sus trabajos de los años treinta en el ZfS,9 especialmente por el tipo de abordaje que propone.

En primer lugar, hay que señalar que sus análisis están más cerca de la visión de Neumann, especialmente por el fuerte acento puesto en la continuidad entre el Estado liberal capitalista y el fascista, en "La lucha contra el liberalismo en la concepción totalitaria del Estado", dice:

"La transformación del Estado liberal en el Estado totalautoritario se realiza dentro del mismo orden social. Con respecto a esta unidad de bases económicas puede decirse que es el liberalismo mismo el que "genera" al Estado totalautoritario como si éste fuera su realización final en un estadio avanzado del desarrollo. El Estado total-autoritario proporciona la organización y la teoría de la sociedad que corresponde al estadio monopolista del capitalismo".10

Pero, en segundo lugar, Marcuse le otorga un papel central al análisis de los fundamentos teóricos de la concepción totalitaria del Estado, en sus tres componentes constitutivos: el universalismo, el naturalismo y el existencialismo político.

El ataque de Marcuse se dirige contra las concepciones ideológicas del hombre heroico, ligado a las "fuerzas de la sangre y la tierra" que se reproducen en Alemania desde los años veinte. Estas producciones insisten en una crítica a la "anemia" burguesa, y se titulan falsamente como filosofía de la vida y nietzcheanismo, para culminar luego en la apoteosis de la adoración al carisma del Führer. Estos posiciones pueden registrarse: "en el círculo de Stefan George, y en figuras como Moeller van der Bruck, Sombart, Scheler, Hielscher, Jünger y otros". El universalimo en la concepción totalitaria del Estado no tiene que ver con los principios del conocimiento filosófico o científico, sino con la negación del individuo y su valor incluyéndolo en la forzada totalidad de la comunidad del pueblo -única portadora de lo verdadero y lo auténtico- que guía el Führer.

El naturalismo se presenta como una supresión del carácter histórico de la sociedad que nos hace eternizar la supuesta comunidad del pueblo. El carácter natural del pueblo lo hace aparecer como lo único permanente y opuesto al transitorio y secundario sufrimiento de los hombres. Los valores de la sangre y la tierra son convertidos en verdaderas fuerzas naturales antes las que el hombre no tiene más deberes que el sacrifico y la entrega. Lo que suprime el naturalismo es cualquier forma posible de praxis transformadora de la realidad histórica, lo que es, en los hechos, una degradación de la historia.

Por otra parte, el ataque de la cultura totalitaria al liberalismo no tiene ningún sustento histórico verdadero,

"Cuando preguntamos a los ideólogos de esta nueva concepción del mundo qué es lo que atacan en el liberalismo nos hablan de 'las ideas de 1789', del humanismo y el pacifismo afeminados, del intelectualismo occidental, del individualismo egoísta, de la entrega de la nación y del Estado a la lucha de intereses de determinados grupos sociales, de un igualitarismo abstracto, del sistema de partidos políticos, de la hipertrofia de la economía sobre el Estado, del tecnicismo y del materialismo disolventes."11

Marcuse señala que de este modo lo que se consagra es una transferencia de la estructura económica desde la época liberal al período fascista, sin cuestionar las funciones del sujeto económico, quien sigue contando con las garantías legales de la propiedad privada. El liberalismo es la teoría social del capitalismo industrial europeo que tenía como protagonista al empresario privado individual, en la etapa del capitalismo monopólico lo que sucede es que se pasa del racionalismo liberal al irracionalismo totalitario. En este punto es donde juega un papel fundamental el existencialismo político.

La perspectiva de Marcuse no apunta a la forma filosófica del existencialismo, no quiere exponer la estructura conceptual de esta corriente, sino revisar el rol esencial que el existencialismo, en su forma política, cumple en las bases de la concepción autoritaria del Estado. Las dos figuras fundamentales que va a analizar son Carl Schmitt y Martin Heidegger.

La noción que preside este análisis es que el existencialismo político es, en última instancia, irracionalismo.12 Carl Schmitt propone la idea de una "situación existencial" que por el sólo hecho de su presencia está más allá de toda posibilidad de justificación, eliminando la intervención de quien no se halle involucrado en tal situación. De tal tipo son las situaciones de guerra, las relaciones políticas y las situaciones amigo-enemigo, tanto como las categorías: pueblo y pertenencia a un pueblo. Aquí Marcuse señala que el significado de "existencial" es simplemente todo lo contrario de normativo, esto es que las situaciones existenciales no permiten ninguna forma de heteronomía. Esta concepción schmitteana entronca con toda una antropología13 que hace eje en la idea del hombre como ser activo y actuante para quien sólo importa tomar un rumbo, tomar partido, sin que importe para qué, hay un desprecio total de cualquier fundamentación racional de las decisiones. Esta doctrina se corporiza políticamente en el decisionismo a partir del cual, según Schmitt, el soberano es aquél que toma decisiones en el estado de excepción que caracteriza a las situaciones políticas y de guerra y precisamente ello lo coloca más allá de toda legalidad y legitimidad, esto es más allá de cualquier control racional. La guerra es una expresión extrema de la política, y la sociedad toda es politizada en un sentido extremo según la lógica amigo-enemigo sin excluir ninguna esfera pública o privada. El existencialismo político borra la separación entre Estado y sociedad propia del siglo XIX y pone a los hombres a merced de un Estado total que no tiene siquiera la obligación de fundamentar su derecho a la acción. Además, la acción del Estado monopoliza las posibilidades de realización de la sociedad misma, lo cual es posible solamente cuando se ha erigido sobre el pueblo un Estado que tiene la fuerza de la tierra y de la sangre. Naturalmente, esta teoría decisionista se conecta con la fundamentación del poder del Führer, que puede ser de tipo metafísica: el Führer tiene un mando que no se lo da el pueblo, sino que el pueblo simplemente lo reconoce. La fundamentación es extrafactual -Marcuse dice: "Existencial"-. O bien, puede ser naturalista: hay igualdad genérica entre el conductor y los seguidores -Marcuse dice: casi zoológica.

Marcuse propone una interpretación que abarca la obra de Heidegger hasta Ser y tiempo, donde con claridad se registra una empresa filosófica empeñada en revisar la hegemonía del "ego cogito" desde Descartes hasta Husserl. Pero allí se interrumpe la tarea filosófica fructífera de Heidegger. La Filosofía existencial no se pregunta entonces por la facticidad material del sujeto, y abandona la exploración de la existencia a categorías como la del "uno" (Man). El existencialismo a partir de la aparición del nazismo "se politiza sí mismo" y oscurece la distinción entre existencialismo y existencialismo político. Heidegger en sus propias publicaciones llega a decir:

"las reglas de vuestro ser no son las máximas y las ideas. Sólo el Führer mismo es la realidad actual y futura, y su ley". (Heidegger en Freiburger Studentenzeitung vom 3. November 1933).14

Semejante adscripción a la doctrina del Estado absoluto significa simplemente la anulación misma de la teoría política al suprimir cualquier posibilidad de libertad humana sometiéndola a la heteronomía absoluta del Estado fascista. La filosofía existencialista se transforma entonces en existencialismo político, y con ello, se convierte simultáneamente en "oportunismo existencial" y se anula a sí mismo como filosofía.

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Marcuse desde sus trabajos para el ZfS extiende la crítica a los fundamentos culturales preparatorios de la organización totalitaria del Estado, que ya se manifestaban en los años veinte en Alemania, y aunque su crítica en buena medida tiene que ver con un ajuste de cuentas con su etapa formativa como intelectual bajo la influencia de Heidegger, no debe dejarse de lado el valor que tiene su aporte en el desarrollo de una crítica cultural de la derecha alemana. Sin embargo, aunque no se lo destaque suficientemente, sus trabajos son pioneros en el estudio de la irracionalidad de la teoría fascista y anticipan las colaboraciones de Neumann en el ZfS y muchos aspectos de su clásico Behemoth. Neumann reconoce la influencia de Marcuse en su obra aunque sumariamente. Por nuestra parte, nos gustaría señalar que: el abordaje de la cultura y la teoría fascistas como variantes de irracionalismo que deben ser estudiadas con minuciosidad y respeto fue desarrollado en forma temprana por Marcuse. Sin embargo, la presentación del debate sobre la naturaleza del fascismo como un enfrentamiento sobre el concepto de capitalismo de Estado suele dejar de lado este mérito.

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1. Aquí nos ocuparemos del debate durante la primera etapa de la Escuela de Frankfurt, desde 1930 hasta 1945, esto es: desde la dirección del IfS por parte de Horkheimer hasta la caída de del nazismo.

2. Pollock, F., (1941), State Capitalism: Its Posibilities and Limitations, Zeitschrift für Sozialforschung (ZfS), IX, 200-225.

3. Horkheimer, M.: "El Estado autoritario", (1942). En: Horkheimer, M., (1976), Sociedad en transición: estudios de filosofía social. Península, Barcelona, pp. 97-123.

4. Centramos la presentación del debate sólo en Neumann por razones de espacio, pero comparten su línea de análisis otros colaboradores del ZfS, a saber: Kirschheiemr, Gurland, Massing, Wittfogel y Grossman.

5. Neumann, F., (1983), Behemoth. Pensamiento y acción en el nacional-Socialismo (1933-1944). F.C.E. México, p. 256.

6. Jay, M., (1984), La imaginación dialéctica. Una historia de la Escuela de Frankfurt (1923-1950), Madrid, Taurus.

7. Wiggerschaus, R., (1988), Die Frankfurter Schule. Geschichte. Theoretische Entwiklung. Politische Bedeutung. DTV, München.

8. Op. cit.: "Auseinandersetzungen über die Theorie des Nationalsozialismus", pp. 314-27.

9. Debe incluirse el ensayo muy importante no tratado aquí: Über den affirmativen Charakter der Kultur. ZfS, 6.

10. Marcuse, H., (1934), Kampf gegen Liberalismus in der totalitären Staatsauffassung. ZfS, 3, pp. 174-175. "Die Wendung vom liberalistischen zum toal-autoritären Staate vollzieht sich auf dem Bodem derselben Gesellschaftsordnung. Im Hinblick auf diese Einheit der ökonomischen Basis lässt sich sagen: es ist der Liberalismus selbst, der den total-autoritären Staat aus sich "erzeugt": als seine aigene Vollendung auf einer fortgeschrittenen Stufe der Entwiklung. Der totalautoritäre Staat bringt die den monopolististischen Stadium des Kapitalismus entsprechende Organisation und Theorie der Gesellschaft".

11. Marcuse, H: Op. Cit., 164-165. Wenn wir die Programmatiker der neuen Weltanschaung fragen, wogegen sie in ihrem Angriff auf den Liberalismus kämpft, dann hören wir von den "Ideen von 1789", vom weichlichen Humanismus und Pazifismus, westlichen Intellektualismus, selbstsüchtigen Individualismus, Auslieferung der Nation und des Staates an die Interessenkämpfe bestimter gesellschaftlicher Gruppen, abstrakter Glaichmacherei, Parteisystem, Hypertrophie der Wirtschaft über den Staat, zersetzendem Technizismus und Materialismus.

12. Aquí Marcuse adelanta las posiciones que desarrollará Lukács, aunque en forma mucho más esquemática, en El asalto a la razón.

13. Marcuse cita a Ernst Krieck, Alfred Bäumler y a E. Rothacker.

14. Marcuse, H.: ZfS, 3, 194. "Nicht Lehrsätze und "Ideen" seien die Regeln Eures Seins. Der Führer selbst und allein ist die heutige und künftige Wirklichkeit und ihr Gesetz.

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