Revista de Filosofía y Teoría Política, 2005, nº 36, p. 103-105. ISSN 2314-2553
Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Filosofía.

Jacques Derrida (1930-2004)

Edgardo José Manuel Castro

UNLP; UNR


De familia sefardí, el tercero de cinco hijos, nacido en un suburbio de Argel el 15 de julio de 1930. En 1942, cuando hacía apenas un año que había ingresado en el liceo Ben Aknoum de Argel, el gobierno francés de Vichy decreta la expulsión de los profesores y alumnos judíos de los establecimientos de enseñanza sobre los que tiene jurisdicción. Regresará luego del desembarco aliado. En 1947 fue aplazado en el examen de bachillerato; sólo lo logrará más tarde. En 1949 de transfiere a París, se inscribe en el liceo Louis-le-Grand, donde también desarpobará sus primeros exámenes. En 1955 también fracasará en su primer intento por aprobar los exámenes de la agrégation. Finalmente, en 1952 es admitido en la École Normale Supérieure, bajo la tutoría de Louis Althusser.

Además de en numerosas instituciones francesas, entre las cuales la Sorbonne (donde trabajó con Georges Canguilhem, Paul Ricoeur y Jean Wahl), Derrida ha enseñado en varios países europeos y en los Estados Unidos, donde su influencia ha sido particularmente notable.

Sus primeras lecturas filosóficas fueron Rousseau y Nietzsche, luego Husserl, Heidegger y Kierkegaard. Sus primeros trabajos, como era casi la norma para los estudiantes de su generación, fueron sobre la fenomenología y existencialismo. Del Husserl, tradujo y comentó extensamente El origen de la geometría. También a Husserl dedicó un minucioso trabajo sobre el problema de la génesis en su pensamiento. Pero, también como fue casi la norma para la gente de su generación, su devenir filosófico estuvo marcado por un progresivo alejamiento de la fenomenología, en gran medida bajo la influencia de Heidegger.

A partir de este alejamiento, la filosofía de Derrida se impueso como un pensamiento de la desconstrucción. Término originariamente introducido para traducir el heideggeriano Destruktion. En el parágrafo 6 de Ser y tiempo, en efecto, Heidegger propone una Destruktion de la historia de la ontología. Como Heidegger, también Derrida se propone una desconstrucción de la ontología occidental. No resulta fácil, como lo ha sostenido el propio Derrida, definir qué significa "desconstrucción". Esta dificultad responde a la problemática que está en el corazón de la tarea desconstructiva. En efecto, la pregunta por el qué y la respuesta en términos de definición son la manera de preguntar y de responder propias de la forma de pensamiento, la ontología, que, precisamente, se quiere desconstruir.

Derrida caracteriza la historia de la metafísica occidental como el constante dominio de lo que llama el logocentrismo, es decir, como el deseo de un centro, de un fundamento sobre el cual construir la verdad, la necesidad de verdad. El lógos, como discurso hablado, como voz viva, consciente domina todo el proyecto y la historia de la metafísica occidental. La voz, en efecto, es la conciencia que garantiza la transparencia del elemento expresivo respecto del pensamiento. La metafísica surgió, en efecto, en el horizonte cultural de la escritura fonética. Ha sido la escritura fonética la que hizo posible la aparición de las oposiciones conceptuales características de la metafísica: espíritu / materia, inteligible / sensible, verdad / error. Como muestra Derrida, en La voix et le phénomène (un análisis desconstructivo de las "distinciones esenciales" de la Investigaciones lógicas de Husserl) y luego en La pharmacie de Platon, todos los intentos por reducir la escritura a una función secundaria respecto del significado, del pensamiento, han sido intentos por reducir el potencial subversivo de la escritura. En realidad, una escritura totalmente fonética no existe. En la misma escritura fonética, aparecen elementos no fonetizables: las comillas, las cursivas, los puntos suspensivos. Este espacio de diferencias de sentido inaudibles, no fonéticas, es denominado por Derrida la différance. Por ello, la escritura no puede ser reducida al pensamiento. Derrida muestra cómo, en la escritura, pierde la identidad el presente que define la conciencia y cómo, finalmente, el presente y la conciencia no son originarios sino que están constituidos por una alteridad que nunca ha estado presente, lo que denomina las traces (trazos, marcas).

A partir de los años '80 el interés de la filosofía de Derrida se dirige, cada vez con mayor atención, a los temas y problemas de la ética y de la política. Este interés político de Derrida no es separable de la práctica de la desconstrucción.

En uno de sus últimos reportajes, Derrida expresó su más íntimo deseo, contribuir a la historia de la lengua francesa. No dudamos de que lo haya logrado: sus decenas de libros y artículos no dejan de influenciar el pensamiento contemporáneo.

La Plata, 2005

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