Revista de Filosofía y Teoría Política, 2006, nº 37, p. 139-142. ISSN 2314-2553
Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Filosofía.

Reseña/Review

Swinburn, Daniel, Para leer a Proust: La Mirada de Alone. Santiago de Chile, Aguilar Chilena de Ediciones, 2001, 133 pp.

Herbert E. Craig


Al encontrar este libro por una búsqueda "google" en la red, me alegré de que los chilenos hubieran descubierto por fin una de las joyas de la recepción de Marcel Proust en Hispanoamérica: los ocho artículos sobre À la recherche du temps perdu (1913-1927) que el crítico chileno Hernán Díaz Arrieta "Alone" (1891-1984) publicó en Santiago seis meses después de la aparición en París del último tomo de la serie Le temps retrouvé.

Yo ya los conocía bien. Hay referencias a estos artículos en el tomo de 1928 de la Revista de Bibliografía Chilena y cuando fui a la Biblioteca Nacional en Santiago en 1986 hice fotocopias de ellos, al igual que de muchos otros artículos que Alone había publicado sobre Proust durante su carrera periodística de más de 65 años. Después escribí el artículo "`Alone´, Chilean Critic of Proust", el cual fue publicado en el Proust Research Association Newsletter (Lawrence, Kansas, 1986).

Allí examiné los más de cuarenta artículos y reseñas que Alone les dedicó a Proust y a sus críticos desde 1923 hasta 1976 y sobre su ambicioso ensayo acerca del novelista francés con el cual presentó su antología Las mejores páginas de Marcel Proust (1933 y 1968). Aunque reconocí la importancia de los ocho artículos de 1928, que son muy apasionados y que por su calidad y cantidad no tuvieron paralelo en Hispanoamérica (con la posible excepción del número del mismo año dedicado a Proust de la revista mexicana Los Contemporáneos), también destaqué el valor de otros textos suyos publicados después. Asimismo expliqué cómo Alone fue censurado en la prensa chilena al final de los años cuarenta a causa de su estrecha identificación con Proust, y dejó de escribir sobre él por una década. Luego volvió a la Recherche en los sesenta y publicó más sobre ella, como se puede observar en las once reseñas proustianas incluidas en una antología de sus propios textos: Crónica literaria: Literatura francesa (1971).

El libro editado por Daniel Swinburn reúne por primera vez los ochos artículos sobre Proust que Hernán Díaz Arrieta publicó en La Nación de Santiago entre el 18 de marzo y el 19 de agosto de 1928. Este acto por sí mismo fue de mucho valor porque les permite a los lectores chilenos y a los de otros países ver en detalle cómo uno de los primeros lectores de Proust de un país muy distante de Francia, Chile, supo apreciar su obra sin la ayuda del aparato crítico que tenemos actualmente. Ante todo hay que hacer hincapié en la variedad de temas en torno a la Recherche tratados por Alone: 1) el estilo, 2) la poesía, 3) el humorismo, 4) el amor, 5) el sentimiento de la naturaleza, 6) la idea de la inmortalidad, 7) el tiempo y 8) el temperamento femenino. Sin duda, en Argentina, Uruguay, México, España y otros países hispánicos se leía y se escribía sobre Proust en esos mismos años y aun antes, pero nadie se apasionó tanto por la Recherche ni la estudió desde tantos ángulos distintos. Admito que un español, Luis López Ballesteros, publicó en aquel entonces diez en lugar de ocho artículos acerca de Proust (ABC, 4-II—27-III-1925), pero él se limitó a citar a los críticos franceses y expresó pocas ideas suyas. En contraste, Alone presentó sus propias ideas, que a veces diferían de la crítica proustiana de la época y de ahora y que pueden ayudarnos a ver la Recherche con ojos nuevos.

Otra característica muy buena del libro Para leer a Proust: la Mirada de Alone es la transcripción completa de la discusión sobre los ocho artículos de Alone que se realizó en Santiago en 1995. Esta mesa redonda fue auspiciada por el suplemento "Artes y Letras" de El Mercurio (el gran diario santiaguino donde Hernán Díaz Arrieta trabajó desde 1939 hasta 1978), y parte de ella fue publicada bajo el título "Por el camino de Proust... y Alone" en el mismo suplemento el 8 de octubre de 1995. Los participantes fueron el ensayista británico David Gallagher y cuatro chilenos: el escritor Arturo Fontaine Talavera, el autor y profesor Jaime Valdivieso, y los dos coeditores de "Artes y Letras" Pedro Gandolfo y Daniel Swinburn. Aunque sólo Valdivieso había publicado varios textos sobre Proust (por ejemplo, "Nuestra herencia de Proust o la Desconfianza de la mirada" de su libro Bajo el signo de Orfeo: Lezama Lima y Proust), todos los integrantes de la mesa conocían bien la obra proustiana y los ocho artículos de Alone.

En cada caso Daniel Swinburn presentó los artículos, señalando unas de las ideas principales de Alone. Luego los otros participantes indicaron si estaban de acuerdo o no con ellas. En general, reconocieron la validez de las observaciones de Alone y destacaron sus ideas nuevas. Por ejemplo, varios de ellos encontraron muy perspicaz la afirmación de que "la frase de Proust (...) estaría al servicio no del auditorio sino de su alma misma...." Al respecto no exageraron la originalidad de Alone y estaban dispuestos a admitir las limitaciones de su pensamiento, sobre todo con relación al tema del amor (22-IV-1928) y el del temperamento femenino (19-VIII-1928). Mostraron que habían leído a otros críticos sobre los mismos temas y que habían pensado por su cuenta acerca de ellos. Coincido mayormente en la apreciación de los artículos de Alone por los distintos integrantes de la mesa redonda. Sin embargo, creo que no prestaron debida atención al artículo sobre el sentimiento de la naturaleza (6-V-1928), el cual para mí es quizás el más original.

En contraste, la introducción que Daniel Swinburn escribió para este libro me pareció un poco débil. Primero difiero de su evaluación de los textos posteriores de Alone sobre Proust. Allí no encuentro una mera repetición de las ideas de la serie sino una maduración de ellas. Para su ensayo introductorio de Las mejores páginas de Marcel Proust, Alone tomó más en cuenta a los numerosos críticos y estudiosos de la Recherche que citó en su "Bibliografía crítica" y desarrolló su propia teoría sobre las causas del exceso de generosidad y de cortesía de Proust. Tomando en cuenta mi estudio detenido de la crítica proustiana de Hispanoamérica y España, concluyo que ese ensayo y esa bibliografía de 1933 son los mejores en lengua castellana de aquella época. Afirmo también que la antología de Alone fue la primera de muchas del mundo hispánico.

Por otra parte, es posible ver la maduración de las ideas de Alone en el caso de ciertos temas. A los participantes de la mesa redonda y a mí nos pareció algo simplista y hasta contradictorio el artículo "La idea de la inmortalidad en la obra de Proust" (20-V-1928). Allí Alone sugiere que a pesar de la falta de sentimiento religioso del novelista francés y la aparente ausencia de misticismo en la Recherche, hay un sentido profundo de inmortalidad en esta obra. Posteriormente Alone trató con más brío este tema en "Marcel Proust, escritor místico" (La Nación, 17-V-1931) y en "El fondo místico de Proust" (Atenea, III/IV-1948). En el segundo caso, donde se sirvió de otro pseudónimo, "Pedro Selva", Hernán Díaz Arrieta hizo una apasionada defensa de Proust al decir que a través de la memoria y del arte el novelista francés sí probó que su obra tenía un sentido místico que trascendió su vida personal.

No niego que Swinburn estudió con cuidado la relación entre Alone y Proust, aunque me sorprende que no aludiera en ninguna ocasión a las once reseñas proustianas de Crónica literaria: Literatura francesa. Sin embargo, el prólogo habría sido mucho más sólido, si Swinburn hubiera examinado mejor la época misma de los ocho artículos porque él dio la impresión de que sólo Hernán Díaz Arrieta se había interesado por Proust y que el público chileno no le había hecho ningún caso.

Creo que mi artículo de 1986 lo habría ayudado porque mostré allí que el interés por Proust estuvo muy generalizado en el Santiago de 1928. Tanto El Mercurio como La Nación publicaron otros artículos, además de muchas notas sobre Proust, y Osvaldo Vicuña Luco respondió a Alone en sus "Cartas acerca de Marcel Proust", que aparecieron en Atenea en mayo de 1928, es decir antes de que Alone completara su serie. Como sugiere Jorge Edwards en su reseña del libro en cuestión ("El Proust de Alone, el Alone de nosotros", La Segunda, 7-IX-2001), el fervor proustiano llegó a un nivel tan alto en Santiago que el humorista chileno Jenaro Prieto decidió satirizarlo en su texto "Una víctima de Proust" (El Diario Ilustrado, 18-VII-1929 y Con sordina, 1931). Yo agregaría que décadas después José Donoso recreó el entusiasmo por Proust de una de sus capillas de aquellos años en su novelita "El tiempo perdido" (Cuatro para Delfina, 1982).

Por suerte, internet puede ayudarnos hoy a evitar el aislamiento de lugares tales como Chile, Kansas o Nebraska. Sospechando que mi artículo sobre Alone y Proust no se conocería en Santiago (a pesar de la gran generosidad del profesor J. Theodore ["Ted"] Johnson, quien enviaba gratis su PRAN a muchos proustianos y a bibliotecas de los Estados Unidos y Francia), yo mismo se lo envié a la Biblioteca Nacional de Chile. Sé que llegó porque recibí un amable acuse de recibo, pero parece que nadie supo aprovecharlo.

En fin espero que esta reseña sirva no sólo para señalar el valor del libro editado por Daniel Swinburn sino también para completarlo proporcionando más información acerca de la relación entre Proust, Alone y Chile. Asimismo tiene el propósito de poner al día el caso chileno de mi propio estudio Marcel Proust and Spanish America (2002) pues yo no sabía de la mesa redonda de 1995 ni de este libro de 2001 cuando publiqué el mío.

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