Revista de Filosofía y Teoría Política, 2009, nº 40, p. 162-165. ISSN 2314-2553
Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Filosofía.

Reseña/Review

Cerletti, Alejandro, Repetición, novedad y sujeto en la educación. Un enfoque filosófico y político, Bs. As., 2008, Del Estante Editorial, 200 p.

Juan Nesprías

Universidad de Buenos Aires


Algunos libros ofrecen la posibilidad de albergar encuentros fructíferos. En Repetición, novedad y sujeto en la educación, filosofía y política convergen en el campo educativo, un campo que permite habitualmente el cruce de distintas miradas disciplinares, pero que aquí observa un tratamiento original y provocador.

Uno de los problemas que aborda el texto posee la longevidad filosófica que acompaña al problema del cambio y el movimiento. Aquí aparece formulado de modo muy sencillo y en forma de interrogante: ¿cómo es posible que algo nuevo tenga lugar? ¿Cómo es posible pensar la novedad? En la educación institucionalizada, estas preguntas conducen al otro gran asunto sobre el que se instala el texto: la cuestión del sujeto. La pregunta que el libro propone discutir es la siguiente: ¿qué significa hablar de sujeto en la educación? Es conocida la discusión que -en el siglo XX- involucra al sujeto, las estructuras y la historia, y los desarrollos teóricos generados a partir su proyección en el ámbito educativo. Los trabajos de los llamados teóricos de la reproducción (Bourdieu y Passeron, Bowles y Gintis, Baudelot y Establet, y también B. Bernstein), como aquellos que desde la pedagogía crítica revitalizan el accionar del sujeto y la posibilidad de resistencia, son evaluados en el libro mediante un planteo ad hoc que señala sus inconsistencias, pero que también actualiza su vigor crítico para pensar la compleja trama de la constitución de la subjetividad. Estos análisis, que han estudiado los procesos de "subjetivación", se refieren a lo que el autor denomina "sujeto-objetivo de la educación", que no es otro que el sujeto pedagógico, estudiado y objetivado a través del proceso de incorporación a la vida en sociedad, mediante el cual cada individuo llega a ser lo que es. Se puede ver en la práctica educativa la constitución del sujeto moral, la conformación del ciudadano a partir de la voluntad estatal, o la normalización del individuo a través de tecnologías disciplinarias, pero, al margen de la perspectiva teórica que se adopte, todas ellas entendieron la constitución de la subjetividad como una asimilación progresiva de saberes, prácticas y valores dominantes. Es decir, consideraron al sujeto un resultado de la acción educativa. Sin embargo, sólo por concesión a la tradición de la mayoría de las corrientes educativas, podemos llamar a ese producto, según Cerletti, sujeto.

En verdad, el sujeto no puede ser un mero efecto de circunstancias. Para pensar esta cuestión es preciso alejarse de todo discurso sociologizante que describa procesos "objetivos", discurso del que no escapan la mayoría de las visiones que han pensado el problema. En esta dirección parece inscribirse el capítulo en el que se realiza una relectura del famoso opúsculo de Althusser Ideología y aparatos ideológicos del Estado (lo cual no deja de resultar llamativo, pues el filósofo francés fue tal vez quien más reproches recibió luego por su excesivo determinismo reproductivista). El rescate de Althusser parece formar parte de una estrategia para ponderar en su justa medida los alcances del llamado "reproductivismo" en tanto análisis descriptivo-explicativo, y para diferenciarlo del reproductivismo como construcción teórico-filosófica, que sigue teniendo validez a la hora de pensar la intervención política en la educación. El planteo parece ser: ¿qué es lo que explica y qué es lo que obtura pensar el reproductivismo pedagógico? En principio, Althusser es quien visualiza, desde una teoría de la ideología, el estrecho vínculo entre la constitución de un sujeto individual (sujeto-objetivo) y la operación de integración y fortalecimiento del lazo social que lleva adelante el Estado, manteniendo en la normalidad la estructura de dominación. La relectura de Althusser alienta la idea de un sujeto diferente al sujeto individual, "objetivo", producido a partir de condiciones particulares. En esta línea, el capítulo dedicado a El maestro ignorante de Jaques Rancière pone de manifiesto cómo toda acción pedagógica encierra decisiones políticas, y presenta una experiencia de la historia de la pedagogía donde la emancipación tiene como principio la noción de igualdad, cuyas consecuencias imprevisibles habilitan la posibilidad de un verdadero sujeto político en el marco de las instituciones educativas.

Sin embargo, el mayor caudal conceptual lo aporta el filósofo francés Alain Badiou. Toda la primera parte del libro (los primeros cuatro capítulos) está destinada al desarrollo de los conceptos fundamentales de su ontología, y constituye una muy clara presentación de las ideas desarrolladas fundamentalmente en El ser y el acontecimiento. Si la profundidad del pensamiento de Badiou requiere una lectura atenta de esta parte del libro, el resultado de este acercamiento al terreno educativo es una original "ontología de la educación institucionalizada" que permite, por una parte, visualizar la complejidad de las instituciones educativas contemporáneas con nueva luz, y por otra, habilitar la idea de "sujeto en la educación" a partir de una revisión del concepto de novedad y de la posibilidad de una intervención política en este campo. En sentido estricto, el sujeto no puede definirse a partir de la adquisición de saberes ni de la "toma de conciencia" de ciertos conocimientos objetivos. En rigor, no hay posibilidad de constitución de sujeto si no es ligado al surgimiento de un acontecimiento, de una disrupción que altera el estado normal de una situación. La fidelidad a ese acontecimiento, el surgimiento de una verdad que quiebre la acumulación de saberes, y los efectos políticos y filosóficos que se produzcan a partir de allí, forman parte de las ideas que potencian esta propuesta para pensar al sujeto, que sin dudas resulta estimulante y provocadora.

El planteo no está exento de posturas polémicas: la confinación de la tarea estatal a una lógica conservadora de lo que hay, la impugnación de la política -o lo que se entiende por tal en las democracias capitalistas- como herramienta de verdadera transformación y su identificación con la mera administración/gestión, junto con la consecuente postulación de una -otra- verdadera política de emancipación, son decisiones que exceden el marco pedagógico pero que obligan a revisar, no sin conflicto, las categorías más habituales para pensar ese tan extraño proceso que llamamos educación.

Por el modo de plantear sus problemas, por los recursos teóricos y conceptuales, y por la formación de su autor -Alejandro Cerletti es doctor en Filosofía- este es un libro de filosofía que se ocupa de la educación. Pero libros que intenten un acercamiento a la educación desde la filosofía -libros de "filosofía de la educación"- hay muchos. Lo que aquí aparece es la tensión propia de las ideas cuando se ven tomadas por un problema, cuando la filosofía se muestra como actividad, como práctica o como proceso, más que como resultado. Es ahí cuando surge, tal como señala Walter Kohan en el prólogo, la belleza y la potencia del pensamiento. Si el libro no elude las especulaciones filosóficas, tampoco esquiva ilustrarlas con episodios y experiencias familiares para quienes transitan por el día a día de nuestras escuelas. En ese sentido, el tratamiento de la situación educativa adquiere aquí rigor filosófico sin perder la complicidad con la tarea docente, y sin descuidar tampoco sus implicancias políticas. Porque tanto en el afán teórico como en el trabajo diario del aula, la pregunta que sintetiza la voluntad del libro, ¿cómo educar para la libertad?, constituye una paradoja insoslayable si efectivamente la educación es otra cosa que la repetición de lo mismo.

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