Revista de Filosofía y Teoría Política, 2010, nº 41, p. 258-261. ISSN 2314-2553
Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Filosofía.

Reseña/Review

La Capra, Dominik, Historia y Memoria después de Auschwitz, Buenos Aires, Prometeo, 2009. Primera publicación 2001. Director de colección : Feirstein Daniel

Alejandro Sepúlveda

Universidad Nacional de La Plata


LaCapra se ocupa de las relaciones entre historia y memoria centrándose en el Holocausto como un complejo donde se interceptan estos términos. Sostiene que el reciente giro a la memoria se debe a los interrogantes que esta última le plantea a la historia, pues apunta a problemas que siguen vigentes. El trabajo del autor articula distintos capítulos que se ocupan, cada uno desde una perspectiva diferente, de la relación historia y memoria. El primero, que sirve de marco a los restantes, postula dos conjuntos de razones por las cuales se da la relación entre memoria e historia: una es la importancia del trauma en la historia reciente, como ruptura con el acontecimiento pasado; y otra se debe al interés por los sitios de la memoria. En el análisis de estas causas LaCapra se sirve de conceptos propios del psicoanálisis tales como 'tendencia a repetir', 'revivir', 'ser poseído', 'pasar al acto compulsivamente las escenas del pasado', términos asociados con el testimonio de acontecimientos traumáticos, que resultan una fuente fundamental para la historia. Pero LaCapra utiliza estos términos sin problematizarlos, como si fueran categorías puras o axiomas matemáticos incuestionables. Sólo en el comienzo del segundo capítulo postula como premisa básica que los conceptos fundamentales del psicoanálisis atraviesan la oposición binaria entre individuo y sociedad. En este capítulo retoma el Debate de los historiadores (Historikesrtreit) y es un caso testigo de la posibilidad de que los conceptos psicoanalíticos echen luz tanto sobre temas historiográficos como sobre problemas sociales.

En el capítulo que provee un marco conceptual a los demás, realiza un sumario acerca del modo en que los historiadores se han ocupado del problema de la historia y su relación con la memoria. La discusión que se da entre los historiadores, nos pone frente a la problemática del recuerdo del acontecimiento pasado. En el caso de la oposición memoria e historia, existen dos tendencias opuestas. Una, la postura que favorece a la historia, argumenta que ésta es una materia sobria y prudente, que es una forma desmitologizante de esclarecimiento secular compuesta de hechos y análisis, y sospecha de la memoria como acrítica y cercana al mito. Esta concepción de la memoria suele rozar una concepción neo-positivista. La otra tendencia que favorece a la memoria sostiene que ésta es la esencia o fuente de la historia. La posibilidad de tener acceso directo a la experiencia pasada está próxima a la mezcla entre hechos e imaginación. El propio flujo de la memoria está acompañado de anécdotas personales o episodios autobiográficos.

LaCapra sostiene una relación complementaria entre historia y memoria donde plantea una interacción concreta y deseable de la memoria con la Historia. Estas dos no son idénticas, pero tampoco opuestas. Tienen una relación suplementaria que sirve de base para una interacción mutuamente cuestionadora o para un intercambio dialéctico que nunca alcanza la totalización o clausura absoluta. De esta manera, la memoria mantiene una relación compleja con otras fuentes documentales y puede llegar a ser informativa, no como la representación empírica exacta de su objeto sino como la recepción y asimilación, ya sea de los participantes de los acontecimientos como de quienes nacieron después. La historia sirve para someter a prueba a la memoria, y para especificar aquello que es empíricamente cierto en ella. Otra función sería el involucramiento en su propia variante del trabajo y elaboración de la memoria que se encarna en el duelo. Otro de los puntos importantes de esta obra de LaCapra es la distinción entre memoria primaria y secundaria. Resulta interesante pues permite establecer un paralelo entre el trabajo del historiador y el del psicoanalista. De acuerdo con este autor la memoria primaria es la de aquella persona que ha vivido o experimentado un acontecimiento pasado y lo recuerda de una manera determinada. La memoria implica lapsus que se relacionan con formas de negación, represión y evasión. La memoria secundaria es el resultado del trabajo crítico con la memoria primaria, tarea que está a cargo ya sea de quien pasó por las experiencias relevantes o por un analista, observador o testigo secundario, que LaCapra asocia con el trabajo del historiador. La tarea del historiador queda definida de este modo: la elaboración de una memoria secundaria exacta y críticamente probada sobre la base de la memoria primaria y otras evidencias. Además LaCapra sostiene que esta memoria secundaria es lo que el historiador trata de impartir a quienes no tuvieron la experiencia de los acontecimientos pasados, por lo tanto dicha memoria secundaria puede llegar a ocupar el lugar de la memoria primaria y ser internalizada como recuerdo de acontecimientos pasados. Se denota aquí la utilidad como fuente que constituye la memoria. Respecto del trauma LaCapra sostiene que la memoria es secundaria, porque el acontecimiento debe ser 'reconstruido' a partir de efectos o marcas. El trauma es importante porque permite relacionar coherentemente la teoría con los problemas del análisis histórico, social y político. Tomando como eje el trabajo de Friedlander, quien encuentra útiles conceptos psicoanalíticos como 'transferencia', 'pasaje al acto' y 'elaboración', entre otros, destaca lo sublime en una triple implicación, a saber: (1) como ruptura o bloqueo de la comprensión, (2) como inundación del sistema, temor más allá de la comprensión y por último (3) como júbilo, exaltación o rausch. De este modo, LaCapra considera lo sublime como una transvaluación del trauma que le brinda al sujeto una experiencia de júbilo o rausch. Y complementa el análisis de lo sublime en relación al retorno de lo reprimido; siguiendo a Freud, sostiene que la sublimación implica un movimiento más allá de los sentidos hacia esferas "superiores" en las que la energía erótica o destructiva se convierte en obras de civilización. Así la sublimación contrarresta el retorno de lo reprimido y es una territorialización o domesticación de lo sublime, que permitiría un resultado menos siniestro, ya sea, por la superación dialéctica o un movimiento más problemático de desplazamiento.

En el tercero, cuarto y quinto capítulo el autor se ocupa del análisis de distintas manifestaciones artísticas, a saber: literaria, audiovisual y el formato de libro de historietas en las que se pone en relación cada una de estas manifestaciones con la comprensión histórica. Resultan importantes las implicancias de las manifestaciones artísticas para la autocomprensión histórica y para el rol público de la memoria en tanto presentan perspectivas de duelo y elaboración. El intento de ocuparse de temas históricos, por parte de las manifestaciones artísticas, tiene una importancia permanente para el presente y el futuro.

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