Revista de Filosofía y Teoría Política, 2010, nº 41, p. 261-264. ISSN 2314-2553
Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Filosofía.

Reseña/Review

Mario Presas, Del Ser a la Palabra. Ensayos sobre estética, fenomenología y hermenéutica, Buenos Aires, Biblos, 2009, 168 p., ISBN 978-950-786-707-1

Silvia Angélica Solas

Universidad Nacional de La Plata


No resulta sencillo sintetizar, en la breve extensión de una reseña, un libro conformado por una cantidad de trabajos que, en una mirada distraída, podrían aparecen como algo heterogéneos. Sin embargo, una lectura detenida nos permite encontrar su homogeneidad. Si tuviéramos que señalar en pocas palabras de qué trata, podríamos arriesgarnos a considerar que, básicamente, el libro nos habla de la relación entre la subjetividad/identidad y la potencialidad de la ficción para constituirse como un saber (no teórico), especialmente sobre ella.

Ya el título nos anuncia una proyección ambiciosa: la cobertura de cuestiones estéticas abordadas desde la fenomenología y la hermenéutica. Es decir, buena parte del pensamiento estético de todo el siglo XX. De hecho, el autor explicita en sus primeras líneas que se trata de una recopilación de escritos llevados a cabo a lo largo de cuarenta años.

Dividido el texto en una Introducción, una Primera y una Segunda parte, el eje conductor y unificador de todos los trabajos, entonces, y dentro del común encuadre metodológico fenomenológico-hermenéutico, es el tratamiento de la experiencia estética, sustentado fundamentalmente en la consideración de "el valor cognoscitivo de la experiencia estética" (p. 9).

La Introducción presenta tres textos ligados con los pensamientos fundantes del encuadre elegido: las filosofías de Husserl y de Heidegger: "Problemas metafísicos en la fenomenología de Husserl", "De la fenomenología al pensar del ser" y "La interpretación heideggeriana de la poesía". Los caminos emprendidos por Husserl son objeto del primer trabajo que ahonda en las complejas cuestiones husserlianas sobre la intersubjetividad, el mundo vivido, la subjetividad trascendental, dando cuenta de que, más allá de sus logros, su intención es metafísica, en tanto refiere a "los conocimientos últimos del ser" (cita de Husserl, p. 15). El segundo explora el pasaje de uno a otro filósofo; para ello se retoman los "senderos laterales" husserlianos que muchas veces "confluyen en una encrucijada sin retorno" (p. 33) para luego avanzar en el recorrido iniciado por su discípulo ("genial y díscolo"), Martin Heidegger. En el tercero, precisamente, se aborda el intento de este filósofo de, superando la metafísica, "hacer la pregunta que interroga por el ser" (p. 49); tal intento se configura en diálogo no sólo con filósofos, sino, y particularmente, con poetas, ambos auténticos guardianes del lenguaje, es decir, del ser.

En virtud de aquella afirmación que otorga valor cognoscitivo al arte, los artículos de la primera parte indagan la experiencia estética, principalmente en torno a la noción de metáfora: se trata de siete escritos que remiten a variados autores, como Emilio Estiú, Ionesco, Paul Ricoeur, Marcel Proust, Ortega, Borges, Kant, Hegel, Heidegger, Gadamer, Sartre, etc.

Así, en "El arte como liberación y metáfora de la existencia", se parte, en términos sugeridos por los estudios de Estiú, de la facticidad y el proyecto, polos dialécticos de la existencia, para señalar cómo la vida estética coincide con el modo de ser del espíritu; por otra parte, se entiende la experiencia estética como una metáfora de la existencia que permite superar la evasión, la época de prosa, el desencanto, de nuestro tiempo, lo que se ejemplifica con la obra teatral de Ionesco. Tales reflexiones vuelven a aparecer en "La re-descripción de la realidad en el arte", donde sobre la base de los estudios de Ricoeur de la novela de Proust, se sostiene, contra las visiones positivistas, la potencia del arte, en particular su recepción, para abrir una dimensión de la verdad, vedada a otras instancias del saber. Luego, en "El hombre, ese eterno novelista", la expresión de Ortega es consignada como fórmula que permite ir más allá de la visión del hombre como homo sapiens, en tanto su producción imaginaria es superadora (y no sólo conocedora) de lo dado; y en "El entramado del tiempo", a partir de la ruptura con la confianza moderna en la racionalidad que implican las reflexiones del siglo XX, se presenta una nueva indagación de la realidad humana, signada fundamentalmente por la literatura (y abre una analogía de ésta con la música).

Los tres últimos trabajos de esta primera parte, "El arte como saber", "Paul Ricoeur: una nueva lectura de la Poética de Aristóteles", "La recepción estética", presentan, el primero, una reconstrucción de las concepciones de Kant y Hegel (en principio negadoras del arte como conocimiento) para rescatar aspectos que permitirían (sobre todo en su desarrollo posterior) sentar que "el trabajo del arte puede servir de [...] idea regulativa para concebir más adecuadamente la existencia humana" (p. 111); el segundo, la "recomprensión" ricoeuriana de la poética aristotélica según la cual la "narratividad" es el ámbito específico de la temporalidad propia del existente; el tercero, el advenimiento de la teoría de la recepción estética, da cuenta tanto de sus antecedentes teóricos como de sus precursores literarios o ensayistas, para concluir que la recepción del arte nos permite "un saber íntimo y sabroso" (p. 139), un saber de sí, no enunciativo.

Finalmente, en la segunda parte, encontramos los siguientes trabajos: "Identidad narrativa", en los que Presas retoma las formulaciones de MacIntyre y Ricoeur ("Identidad narrativa" / "Ipse"), que manifiestan la historicidad constitutiva del hombre (que no tiene una naturaleza prefijada, sino que se va haciendo), la cual es puesta en obra -por decirlo así- en las tramas de ficción.

"En busca de sí mismo", parte de la distinción sartreana entre vivir y contar una vida, que revela a la narración de ficción como una suerte de "laboratorio" de la experiencia (Ricoeur) en el que las posibilidades reales se anticipan, se repiten o se trastocan, confirmando, aunque en sentido ampliado, la consideración heideggeriana sobre el carácter hermenéutico del hombre.

En "Memoria y vida. Notas sobre Semprún, Heidegger y Celan" Presas recurre a los casos concretos de situaciones de estos pensadores-escritores para sustentar la idea de que somos una especie de "entretiempo" indefinido y en busca de identidad entre la vida y la escritura.

En "El hombre, ser de palabra", último escrito del libro, vuelve sobre el dictum nietzscheano acerca del hombre como único ser que puede prometer (frecuentado por Marcel y retomado por Ricoeur), para bucear en la noción de promesa como compromiso y, por tanto, con resonancias morales y, atendiendo a un caso ficcional de Borges, también con resonancias metafísicas: "También los hombres pueden prometer, porque en la promesa hay algo inmortal" (cita de Borges, p. 168).

Si nos valemos de la reflexión borgeana y aventuramos que el título de un libro puede aparecérsenos como la síntesis de un itinerario prometido, podríamos decir, para finalizar, que el libro que acabamos de reseñar ha cumplido su promesa: nos ha conducido, -a través de un recorrido complejo y enriquecedor en el que conviven la filosofía, el arte, la literatura- de las preocupaciones por el ser... a las de la palabra....

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