Revista de Filosofía y Teoría Política , no. 44, 2013. ISSN 2314-2553
Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Filosofía

RESEÑA / REVIEW

Butler, Judith Sujetos del deseo. Reflexiones hegelianas en la Francia del siglo XX. Buenos Aires: Amorrortu, 2011, 352 pp.

Magdalena Marisa Napoli

IdIHCS-CONICET. Universidad Nacional de La Plata (Argentina)

Sujetos del deseo es la primera traducción al castellano de la tesis doctoral de Judith Butler, que fue publicada en su idioma original en 1987 y reeditada en 1999 con un nuevo prólogo (incluido en esta traducción). La autora se propone dar cuenta de la historia de la recepción de Hegel en Francia durante el siglo XX, prestando especial atención a la peculiar relación que se da entre los conceptos de sujeto y deseo.

El deseo, según nuestra autora, es “el Otro de la filosofía”, aquello que amenaza al sujeto racional que filosofa. Frente a él, la tradición filosófica ha desarrollado estrategias o bien para silenciarlo o bien para racionalizarlo. Así, el objetivo de Butler será dar cuenta de cómo en la filosofía contemporánea el deseo funciona como principio de dislocación metafísica.

La obra consta de cuatro capítulos, en los que se delinean cuatro etapas diferentes de la historia filosófica del deseo. El primero explora la Fenomenología del espíritu de Hegel, centrándose especialmente en su estructura retórica: el desafío a la gramática muestra a un sujeto que no es idéntico a la Sustancia, sino que deviene idéntico con la Sustancia en el transcurso de su viaje metafísico de autoconocimiento. El deseo es el que lleva adelante el movimiento hacia una identidad del sujeto y la sustancia, movimiento en el que el mundo aparece como una creación humana ratificada por y a través del reconocimiento intersubjetivo.

En el segundo capítulo se recoge la primera recepción de Hegel en Francia, llevada a cabo por Kojève e Hyppolite. Según la autora, el primero sostiene que existe una diferencia ontológica entre la conciencia y su mundo que hace que la identidad entre la sustancia y el sujeto sea imposible. El deseo cumple, en Kojève, dos funciones. Por un lado, impulsa el surgimiento de la autorreferencia en el enunciado “yo deseo”. Por el otro, el deseo es el impulso hacia la transformación de lo dado en reflejo de la conciencia; es decir, la transformación de la sustancia en sujeto. Teniendo en cuenta la diferencia ontológica existente entre estos dos términos, la conclusión kojeviana es que el deseo es una instancia insuperable. Intentando evitar el sesgo antropocéntrico de la postura de Kojève, el deseo es para Hyppolite, en este escenario, el que lleva al sujeto hacia el intento de trascendencia. El deseo siempre tiene una doble meta: intencional, por un lado, y reflexiva, por otro. Estas metas son irreconciliables entre sí, pues al ganar el objeto intencional, se pierde el yo, y al ganar el yo, se pierde el objeto intencional. Así, el yo deviene en las relaciones que establece, y crea una identidad engañosa de sí mismo. Precisamente, el descubrimiento del engaño –es decir, de la determinación- y la re-creación de una nueva identidad de sí son los que permiten que el deseo participe del poder de la muerte, impulsando, así, la trascendencia de sí mismo. Sin embargo, y al igual que Kojève, Hyppolite ratifica –según Butler- la imposibilidad de la superación del deseo: el deseo es un proyecto imposible cuya satisfacción sólo es imaginaria.

El tercer capítulo –originalmente el último en la tesis doctoral- recorre el pensamiento de Jean-Paul Sartre, desde la etapa anterior a El ser y la nada, pasando por esta obra, y finalizando con el análisis de las novelas-biografías San Genet, comediante y mártir y El idiota de la familia. A lo largo del capítulo, la autora sostiene que el deseo, según Sartre, sólo se resuelve en el plano de lo imaginario, especialmente en la creación literaria. Por otra parte, la autora pone de relieve la paradoja de la libertad determinada, a partir de su indagación en las relaciones establecidas entre cuerpo y conciencia.

Finalmente, el cuarto capítulo ofrece una serie de trabajos parciales sobre Lacan, Deleuze y Foucault. Partiendo de la distinción entre diferencia dialéctica y diferencia no dialéctica –siendo la primera aquella que se resuelve en una unidad y la segunda, aquella que mantiene la diferencia-, Butler sostiene que, si bien los tres autores parecen inclinarse hacia una ruptura radical con Hegel, en el fondo mantienen la idea de que toda diferencia puede reconciliarse en una unidad. Sin embargo, la autora reconoce que la propuesta foucaultiana de escribir una historia de los cuerpos puede ofrecer una salida definitiva al relato hegeliano del deseo.

Creemos que, dentro de todo, la obra ofrece una indagación filosófica rigurosa sobre los temas que aborda, aunque es notoria la interpretación, a veces demasiado libre, de los autores. Esto será característico de Butler en su obra posterior, y pensamos que se relaciona con el concepto de resignificación propuesto por la misma autora: muchas de estas interpretaciones pueden explicarse a partir de desarrollos conceptuales posteriores. Por ejemplo, el énfasis puesto en el carácter productivo del deseo puede leerse como una anticipación de la idea de performatividad. De este modo, si bien Sujetos del deseo es una obra que no aborda temas cruciales para el pensamiento de Judith Butler, como la cuestión del género, sí nos ofrece las semillas de las grandes ideas de esta autora.

 

 

 

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